jueves, 30 de abril de 2009

Meditación Zen 10

Nada especial.  Cuando se sigue esta simple práctica todos los días se logra un poder maravilloso.  Maravilloso, antes de lograrlo, pero después de logrado no es nada especial.
 
Nuestro propósito es mantener siempre esta práctica, que empezó desde el tiempo sin comienzo y ha de continuar en un futuro sin fin.
 
Desde ya, cualquier cosa que hagamos es expresión de nuestra verdadera naturaleza… El estado activo es parte de nuestra naturaleza humana y también de la naturaleza de toda existencia.
 
En el zazén lo que se hace, no se hace en aras de algo especial, pero en realidad es sólo la expresión de la verdadera naturaleza, es la actividad que aplaca el deseo más íntimo.
 
Es una especie de misterio para los que no han experimentado nunca la iluminación; la iluminación es algo maravilloso.  Pero una vez que se logra ya no es nada.  Y sin embargo, tampoco es “nada”.
 
Cuando expresamos nuestra verdadera naturaleza somos seres humanos.  Cuando no, no sabemos que somos.
 
Cuando el Zen no es el Zen, nada existe.  Intelectualmente estas palabras no tienen sentido, pero el que haya experimentado la verdadera práctica comprenderá lo que quiero decir.
 
Ser una criatura humana es ser un Buda.  La naturaleza de Buda es simplemente otro nombre de la naturaleza humana, nuestra verdadera naturaleza humana… Lo más importante es expresar la verdadera naturaleza del modo más simple y adecuado y apreciarla hasta en la existencia mínima…

Shunryu Suzuki, Mente Zen, mente de principiante.


Lo especial se convierte en cotidiano. Cuando tenemos que esforzarnos para lograr algo, esto es algo especial. Pero cuando lo hemos alcanzado, cuando lo hemos aprendido, cuando lo hemos dominado, se convierte en algo normal y cotidiano.

El niño que está aprendiendo a caminar, debe poner todo su esfuerzo en cómo mover los pies, primero uno, después el otro. Debe concentrarse en los músculos de sus piernas, para efectúen los movimientos deseados para que sus piernas avancen una primero y otra después. También debe de estar consciente del movimiento de sus brazos, de la postura de su torso y de su cabeza, para poder mantener el equilibrio.

Una vez que domina la técnica básica, tiene que aprender a darle dirección a sus movimientos, para poder llegar a donde quiere ir, para que los movimientos que acaba de aprender tengan algún sentido. También debe aprender a darle a sus movimientos la velocidad exacta que se requiere. Lento o rápido, ya que no siempre caminamos a la misma velocidad.

Sin embargo, después de muchas horas de práctica, después de incontables fracasos, de haberse caído innumerables veces, el niño aprende a caminar. Entonces deja de pensar en cómo caminar, simplemente camina. El caminar se convirtió en algo cotidiano, en nada especial.

Los psicólogos y los neuro-científicos tienen su propia explicación para esto. Cuando estamos aprendiendo una actividad nueva utilizamos nuestra memoria de corto plazo, nuestra consciencia. Empezamos a formar nuevas conexiones (llamadas sinapsis) entre neuronas para ejecutar la nueva acción. Una vez que se ha aprendido, practicado y dominado la actividad, la programación de las neuronas y de las sinapsis involucradas en ella, pasan a la memoria funcional. Es decir que se almacenan de manera que ya no tenemos que utilizar nuestra consciencia para llevar a cabo el acto, se convierte en una acción “automática”.

En el momento en que decido trasladarme del lugar donde me encuentro a otro, mi cerebro “automáticamente” manda una señal a los circuitos que tiene programados para caminar y yo ya no pienso en cómo tengo que mover los pies, las piernas, cómo tengo que equilibrarme con la postura del torso, los brazos y la cabeza, simplemente camino y me dirijo a donde quiero ir. De manera inconsciente mi cerebro hace que la secuencia del movimiento coordinados de cientos de músculos se lleve a cabo hasta que se completa la tarea, hasta que llego a mi destino.

De la misma manera, el zazen se debe de llegar a convertir en algo “automático”, en algo que ya no tenga que pensar en hacer, y hablo en futuro porque todavía no llego a ese momento, todavía tengo que estarme concentrando en no engancharme en los pensamientos, en regresar al objeto de la meditación, en concentrarme en la respiración, debe de estarme concentrando en mantener la postura correcta, en no tensar los músculos.

Pero con la práctica sé que algún día llegaré a dejar de pensar en que voy a meditar y simplemente meditaré.

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