Extractos de un artículo publicado en el blog “Yoga Aprender por el cuerpo” de Adriana Paoletta.
Convertidas en un boom en todo el mundo, las terapias alternativas mueven hoy 16 mil millones de dólares por año. En la Argentina, casi el 90% de la población combina la visita al doctor con reiki, yoga, flores de bach, medicina china o ayurvédica, entre otras opciones. Los riesgos de la falta de control. Qué dice la Academia y por qué hospitales y universidades empiezan a permitir el ingreso de estas prácticas a sus claustros
El auge de las terapias alternativas -de la medicina ayurvédica a la china, de la homeopatía a la medicina antroposófica, de la aromaterapia o las flores de bach o al reiki, pasando por cientos de otras variantes, entre ellas el chamanismo- es un fenómeno que no sólo no para de crecer, sino que además logró en los últimos años cruzar el cerco de la desconfianza y los prejuicios para sentar sus reales incluso en ámbitos antes exclusivos de la medicina científica, como hospitales y universidades.
También la OMS puso un ojo en el crecimiento de estas modalidades: en los países en vías de desarrollo, la complementariedad entre lo científico y lo alternativo está en un promedio del 80 por ciento. En Europa, oscila entre el 20 y el 70 por ciento, según los países (en total ,unos cien millones de personas), y en EE.UU. alcanza el 70 por ciento. Pero mientras que el gobierno norteamericano respondió a esta tendencia con la creación del Centro Nacional de Medicinas Alternativas y Complementarias, al que le otorgó un presupuesto de 117 millones de dólares anuales para financiar investigación básica y clínica en esta materia; mientras que en países como Francia y Alemania muchas de las prácticas alternativas están cubiertas por los planes de salud, en la Argentina, el universo de la medicina complementaria se mueve en una nebulosa de la que se sabe poco y que se controla menos, a causa de la falta de regulación.
Esa misma falta de parámetros hace que el universo local esté integrado por un espectro de disciplinas de variado rigor científico: desde la medicina china, la ayurvédica o la homeopática -de larga tradición- hasta propuestas de bienestar muy new age como la aromaterapia o la hidroterapia.
"Si uno hiciera una encuesta en cualquier consultorio de medicina general, se encontraría con que tres cuartas partes de los problemas que hacen acudir a la gente al médico son funcionales, ocasionados muchas veces por ansiedad o estrés. Frente a esto, ¿qué es lo que suele decirles el médico a esos pacientes?: "Usted no tiene nada", admite.
La hipótesis de trabajo de los doctores Cristina Pecci y Jorge Franco, responsables de la investigación, es ésta: "La medicina científica ha desarrollado el conocimiento de la enfermedad pero ha descuidado el desarrollo de una relación médico-paciente capaz de valorar y comprender al enfermo como persona en su singularidad y con su sistema de creencias".
Sea como fuere, con críticos y defensores, las formas alternativas de medicina -desde las viejas prácticas tradicionales de diversas culturas a las más nuevas, de inspiración new age- que hoy ganaron presencia y se han instalado con fuerza en el espectro imaginario de la salud, parecen llamadas a coexistir con la medicina occidental. Si, como lo demostró el estudio del CAEA, los argentinos combinan 35 tipos de terapias distintas para tratar su salud, es evidente que la discusión ya no pasa por la disputa entre la legitimidad de unas y otras, sino más bien por encontrar el modo en que esto que ya es una realidad encuentre cauces saludables, valga la redundancia, a salvo tanto de los prejuicios reduccionistas como de las promesas de la charlatanería.
Por Lorena Oliva DIARIO LA NACION
Esté articulo me parece muy interesante ya que le pone números a algo que también está sucediendo en nuestro país. Así como en Argentina, en México son cada vez más populares las terapias alternativas de todo tipo.
No sé si exista algún estudio que muestre el alcance de la penetración de este tipo de terapias, pero a nivel popular cada vez se oye más que algún conocido asiste a alguno de estos tipos de tratamiento.
Es muy cierto que una gran cantidad de los padecimientos que sufrimos en la actualidad tienen su origen en “trastornos mentales” provocados por el estrés y la angustia que genera la vida “moderna” especialmente en las grandes ciudades y que cada vez se permea más hacia ciudades medianas y pequeñas.
Yo considero que los buenos resultados que algunas personas obtienen de este tipo de terapias se debe más que nada a su fe. Bien se dice que la fe mueve montañas, y cuando realmente creemos en algo, nuestra mente ejerce su “magia”.
Sin descartar los beneficios fisiológicos que ofrecen algunos tipos de tratamientos alternativos, los cuales debo admitir que desconozco en su mayoría, si creo que al igual que nuestra mente transformó el estrés y la angustia en alguna enfermedad, psicomatizó la enfermedad, la creencia de que tal o cual terapia va a curarme esa enfermedad es un factor preponderante en la curación.
Con lo que si tenemos que tener cuidado, es con consultar a la persona indicada, a alguien que realmente tenga los conocimientos profundos que implican el manejo de estas terapias, ya que mucha gente considera que con asistir a una plática, a un curso de fin de semana, o leer un libro es suficiente para ostentarse como conocedor de la disciplina, cuando sabemos que los verdaderos estudiantes de estas disciplinas se pasan años estudiando y practicando y que los verdaderos maestros saben que esta es una tarea que no se acaba.
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