Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Neuroanthropology de dlende y su autor es Agustín Fuentes.
Nosotros no somos nuestros genes y éstos no son nosotros. Saber que copias de genes llevamos nos puede decir un poco acerca de enfermarnos y perder el cabello, y tal vez incluso darnos una idea de nuestro linaje. Pero eso no nos dice nada acerca de cómo y por qué hacemos las cosas que hacemos.
Steven Pinker, en su artículo My Genome, My Self publicado recientemente en el New York Times Magazine, argumenta que los genes no tienen una gran influencia sobre nuestra conducta. Como un antropólogo teórico evolucionario e investigador de la conducta humana y de otros primates, me encuentro aquí para decirles que se está excediendo de la marca. La conducta humana es simultáneamente biología, cultura, experiencia y más.
La selección natural, uno de los principales generadores del cambio evolutivo, trabaja sobre complejo del cuerpo y de la conducta, no sobre genes únicos o incluso sobre el genoma mismo. Es el producto dinámico de genes, órganos, cuerpos, conductas, ecologías y sociedades que eventualmente afectan los patrones evolutivos en los humanos. Ningún gen o incluso ningún conjunto de genes se puede mantener aislado de los sistemas en los que existe.
A pesar de lo que dice el Sr. Pinker, las investigaciones actuales no han encontrado vínculos causales cuantificables entre los productos de los genes y la inteligencia, las decisiones de ser “gótico” o “deportista” y el impulso hacia la novedad. Sabemos que ciertas cadenas de DNA se ven más comunmente en algunas personas con algunos patrones de conducta que en otros, pero nunca al 100% y rara vez incluso a la mitad de eso. En casi todos estos caos ni siquiera sabemos qué hacen, si es que hacen algo, esas cadenas de DNA (qué genes son realmente).
Cada ejemplo detallado del impacto de los genes que nos proporciona Pinker no nos dice nada acerca de la conducta, sino más bien acerca del mal funcionamiento de algún sistema fisiológico en nuestros cuerpos. Entendemos la genética de la disfunción my bien. Desde enfermedades graves hereditarias hasta los inconvenientes de la calvicie o la tendencia de que nos salga cabello en todas partes excepto en la cabeza conforme maduramos, conocemos muchas influencias genéticas en nuestro funcionamiento y mal funcionamiento físicos.
Pero incluso estas influencias no son determinantes y Piker señala esto. Aunque nos dice que “nadie conoce las causas no genéticas de la individualidad” y que conocer nuestra composición genética personal “probablemente no cambiara todo o incluso la mayoría de las cosas” testarudamente nos quiere hacer creer que nuestros genes en sí mismos con al menos co-directores de nuestras conductas, personalidades, ideologías y capacidades.
¿Por qué es esto un problema? Los genes importan, pero también importan muchas, muchas otras cosas y ninguna de ellas es realmente independiente de la otra. Los seres humanos son organismos extremadamente complejos, y nuestra biología siempre es parte de nuestra vida diaria, pero también lo son la desigualdad social y el privilegio, la historia, la dieta, el estrés, la cultura popular, los patrones de actividad, las presiones familiares, etc...
Implicar que posiblemente podemos conocer nuestro yo verdadero a través de una prueba genética es tan engañosos como declarar que también lo podemos hacer a través de una prueba de CI o una evaluación de nuestros ingresos, nuestro trabajo, edad o género. Simplemente no es tan sencillo, y la insistencia en concentrarse en que las cadenas de DNA nos dirán quienes somos es un obstáculo para el estudio efectivo de los humanos, uno contra el que han luchado por un siglo tanto antropólogos como biólogos.
El Sr. Pincker hace una contribución significativa a la discusión pública de que significa ser humano y lo hace de manera elocuente. Pero yo animo a todos los lectores que encontraron este artículo fascinante a que vayan más allá de las expectativas de que las pruebas genéticas nos dirán mucho acerca de la conducta. Lean los artículos Skin de Nina Jablonski, What Is Means To Be 98% Chimpanzee de Jonathan Marks, o Sexing The Body de Anne Fausto-Sterling y descubran lo que sabemos y lo que no sabemos de acerca de cómo nuestros genes, cuerpos, biologías y sociedades interactúan para crear nuestros yo tan sorprendentemente ricos y complicados.
Agustín Fuentes es Profesor de Antropología en la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos.
Esté artículo, además de que se opone a que la clave de nuestra personalidad se encuentre en nuestro DNA, manifiesta claramente todas las influencias que inciden en el desarrollo de nuestras conductas y por ende de nuestro yo.
Nuestro yo, ese concepto indefinible, porque no es estático, sino que constantemente está cambiando, y en el que desde luego, un factor importante es el genético, el que llevamos en nuestros genes, pero que también recibe influencias de una gran variedad de fuentes.
Definir el yo es una de las búsquedas constantes e interminables del ser humano, definirnos a nosotros mismos y definirnos como especie. Pero hay que tener en cuenta que toda definición no es sino una especie de fotografía, una instantánea dentro de la gran película que es la vida de cada uno de nosotros y que es lo que finalmente le da forma a nuestro yo, a quiénes somos.
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