viernes, 24 de julio de 2009

Meditación Zen 24

El Nirvana, la catarata. Nuestra vida y nuestra muerte son la misma cosa.  Cuando nos damos cuenta cabal de ello, le perdemos el miedo a la muerte y a las verdaderas dificultades de la vida.
 
Cuando fui al parque nacional de Yosemite, vi unas cataratas inmensas.  La mayor tiene 492 metros de altura y en ella el agua desciende como una cortina que baja de la cima de la montaña.  No parece bajar velozmente, como uno se imagina, sino que da la impresión de descender con mucha lentitud, debido a la distancia.  Y el agua no cae como una sola corriente, sino que se divide en muchos chorros minúsculos.  Vista a la distancia, parece una cortina.  Y yo pensé que para cada gota debe ser una experiencia muy difícil bajar desde una montaña tan alta.  Transcurre el tiempo, mucho tiempo, hasta que el agua cae al fin hasta el pie de la catarata.  A mí me parece que tal vez sea así nuestra vida humana.  Sufrimos muchas pruebas difíciles en nuestra vida.  Más, a la vez, pensaba que originalmente el agua no estaba separada, sino que era un río.  Tiene dificultad al caer sólo cuando se separa.  Es como si el agua no tuviera ningún sentir cuando es río entero.  Sólo cuando se divide en muchas gotas puede comenzar a tener o expresar algún sentimiento.  Cuando vemos el continuo correr del río, no percibimos la actividad viva del agua. 
 
Antes de nacer, no teníamos sentimiento alguno.  Éramos uno con el universo.  Esto se llama “sólo mente” o “esencia de la mente”. Después que nuestro nacimiento nos separa de esta unidad, de la misma manera que el agua que cae en las cataratas es dispersada por el viento y las rocas, nosotros al nacer adquirimos el sentimiento.  Uno tiene dificultades porque tiene sentimientos, Nos apegamos al sentimiento sin saber, por cierto, cómo ese sentimiento ha sido creado.  Cuando no se da cuenta de que es parte de un río o parte del universo, siente miedo.  Separado o no en gotas, el agua sigue siendo agua.  Nuestra vida y nuestra mente son la misma cosa.
 
Al retornar el agua a su unidad original con el río, deja de tener sentimiento individual, recobra su propia naturaleza y encuentra la serenidad.  Al morir tendremos la serenidad, la serenidad perfrecta…
Shunryu Suzuki, Mente Zen, mente de principiante.

Esta metáfora me dice mucho, ya que sí la ampliamos, podemos ver más de la vida.

Una gota de agua en el océano no se distingue de las demás, forma parte del todo, del origen de las cosas. Pero esa gota tiene todos los elementos que forman el océano. Si la separamos y la analizamos, al igual que una segunda gota, que una tercera, que una cuarta, que todas las gotas que forman el océano, veremos que todas contienen los mismos elementos, las mismas cualidades, son a la vez iguales y a la vez distintas, porque aunque son iguales porque contienen lo mismo, son diferentes porque son individuales.

Cuando se evaporan y se disuelven en la atmósfera, cada gota sigue siendo igual a la otra porque ahora las dos son vapor, y también sigue siendo diferente porque siguen siendo individuales. Esas gotas de vapor se van uniendo, se van fundiendo para formar nubes, y al juntarse en una nube, adquieren una nueva existencia, ya no son el océano, ya no son gotas del océano, ya no son gotas de vapor, ahora son nubes, son una sola cosa, una cosa distinta al océano. Pero si las separamos vuelven a ser partes individuales de la nube, partes distintas.

Eventualmente las gotas de vapor de la nube se condensan y se convierten en gotas de lluvia. Adquieren una nueva identidad. Siguen siendo gotas de agua, pero ya nos son exactamente iguales a las gotas del océano, perdieron algunas sales y se convirtieron en agua dulce.

Esas gotas de lluvia caen sobre la tierra y eventualmente forman un río. En ese río se vuelven a fundir en otra identidad distinta. En el río. Y aquí encaja la metáfora de Suzuki. Las gotas van unidas en el río, se separan en la catarata, adquieren identidades individuales, recorren caminos distintos, enfrentan obstáculos distintos. Y al fondo de la catarata, se vuelven a fundir en la identidad del río.

Y el río sigue su camino hasta que llega al océano. Y ahí esas gotas se mezclan con las del océano. Son gotas distintas a las del océano, ya que son de agua dulce y no salada. Pero eventualmente absorben las sales que les faltan para ser iguales a las gotas del océano.

Y una vez más se funden en la identidad del océano, dejan atrás su individualidad, dejan atrás sus identidades como gotas del océano, como gotas de vapor, como nubes, como gotas de lluvia, como río, como gotas en la catarata, como río, como gotas de agua dulce en el océano, y vuelven a ser gotas de océano, vuelven a ser el océano. Principio y fin.

No hay comentarios: