lunes, 20 de julio de 2009

Meditación Zen 22

Comunicación.  Lo más importante es expresarse tal cual es sin ningún esfuerzo intencional o afectado para adaptarse.
 
Si uno no entiende las palabras del maestro no es su discípulo.
 
En la afirmación de nuestro maestro tenemos que comprender el hecho objetivo en sí, el hecho esencial.  Por hecho esencial no se entiende algo eterno o constante, sino las cosas tal cual son en cada momento.  Es decir, algo que se podría denominar “ser” o “realidad”.
 
Mediante el estudio del budismo se llegan a comprender la propia naturaleza humana, las facultades intelectuales y la verdad presente en la actividad humana.  Pero sólo con la práctica del Zen se logra experimentar directamente la realidad y comprender en su verdadero sentido las diversas afirmaciones del maestro o de Buda.
 
Cuando se escucha a alguien, deben abandonarse todas las ideas preconcebidas y las opiniones subjetivas.  Uno debe simplemente escuchar al que habla y observar en qué consiste su manera de ser.  Hay que dar poco valor a lo correcto y lo incorrecto, a lo bueno y a lo malo.  Simplemente hay que tomar las cosas como él las presenta y aceptarlas así.  Por lo general, cuando se escucha alguna afirmación, se oye algo así como un eco de uno mismo.  En realidad, uno está escuchando la propia opinión.
 
Suele ocurrir que la mejor manera de comunicarse consiste simplemente en sentarse sin decir nada.  Así se comprende mejor el pleno significado del Zen…

Shunryu Suzuki, Mente Zen, mente de principiante.


Normalmente cuando escuchamos a otra persona, al igual que cuando percibimos la “realidad” estamos acostumbrados a ponerle adjetivos a las cosas, juicios de valor, por ejemplo, “es un bello día”, “Juan es alto”, “María es bonita”, “la medicina tiene mal sabor”, “la casa es grande”, “lo que me Jorge dice es cierto”, “la opinión de Sonia está equivocada”.

Cuando la realidad simplemente ES: “es un día”, “es Juan”, “es María”, “es una medicina”, “es una casa”, “Jorge me dice algo”, “esa es la opinión de Sonia”.

Con esto no quiero decir que no le asignemos un juicio de valor a lo que pensamos y percibimos, sino que normalmente lo hacemos sin pensar, sin reflexionar, con base en ideas preconcebidas que tenemos. Y ¿cuántas veces no nos damos cuenta que esos juicios están equivocados, que son superfluos?

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