El siguiente artículo fue publicado en inglés en la página http://www.atmajyoti.org
Autor: Swami Nirmalananda Giri
Vyasa, el más grande sabio del periodo post-védico de la India, codificador de los Vedas, comentarista de los Yoga Sutras, autor del Mahabharata (que incluye al Bhagavad Gita) u los Brahma Sutras, resumió todo lo que se enseñó en los libros sagrados en este verso (sloka):
Les diré en medio verso (sloka) lo que se ha escrito en millones de libros:
Brahman es real. El mundo es irreal. El espíritu individual (jiva) no es otro que Brahman.
La palabra que se tradujo como “irreal” es mithya, que también puede significar algo que no es ni real ni irreal. La idea es que el mundo es real, pero nuestras percepciones del mundo, y en consecuencia nuestras definiciones y conclusiones acerca de él, son irreales en el sentido de que son ilusorias. Es como ver una película de una batalla. Vemos, escuchamos y reaccionamos ante una terrible batalla, sin embargo no se está llevando a cabo ninguna batalla, es sólo un juego de luces y sombras. De la misma manera el mundo es real, pero nuestra experiencia de él es irreal. Dios (Brahman), por otro lado, es absolutamente real, y el Yoga es la manera para pasar de la experiencia de lo irreal a la experiencia de lo Real (Dios), del no saber al saber (gnosis).
¿Qué es el Yoga?
Yoga es una palabra en sánscrito que proviene de la raíz yuj que significa “unir”. Yoga, entonces, es tanto la unión como los medios para la unión. ¿Qué unimos a través del yoga? Dos seres esenciales: Dios, el Ser Infinito, y al espíritu individual que es un ser finito. En esencia son uno, y de acuerdo a la filosofía yogui todos los espíritus originalmente habitaban en la consciencia de esa cualidad del uno. Pero en el descenso al mundo material con el propósito de evolucionar y de expandir el ámbito de su consciencia, el espíritu individual ha perdido tanto su consciencia de esa unión eterna como la capacidad para manifestar la unión en un nivel práctico. A través del yoga, sin embargo, esa consciencia perdida se puede recuperar y hacerse manifiesta en la esfera de la vida práctica del espíritu individual. En relación a esto, un adepto del yoga del siglo XX, el Dr. I.K. Taimni, señaló en su libro La ciencia del Yoga: “A este respecto, la filosofía del yoga difiere fundamentalmente de la mayoría de las religiones ortodoxas del mundo que no ofrecen nada mejor que una felicidad nebulosa en la vida después de la muerte. Dicen en efecto 'Lleva una buena vida para asegurar la felicidad después de la muerte, pon tu fe en Dios y espera que se de lo mejor.' De acuerdo a la filosofía yogui, la muerte no resuelve tus problemas espirituales mas que la noche resuelve tus problemas económicos. Si eres pobre al irte a la cama no esperas que tus problemas económicos´quedarán resueltos automáticamente al día siguiente. Tendrás que levantarte al día siguiente y empezar en donde te quedaste la noche anterior. Si eres pobre económicamente no espera hacerte rico de la noche a la mañana y si eres pobre espiritualmente, atado por ilusiones y limitaciones de todo tipo, no puedes esperar ser iluminado (simplemente por renacer) o, si no crees en la reencarnación, en la vida imprecisa y sin fin que se supone que sigue a la muerte.
“De acuerdo a la filosofía yogui, es posible sobreponerse completamente a las ilusiones y las miserias de la vida y obtener el conocimiento infinito, la dicha y el poder a través de la iluminación aquí y ahora mientras todavía vivimos en el cuerpo físico. Y si no alcanzamos esta iluminación mientras todavía estamos vivos tendremos que regresar una y otra vez a este mundo hasta que hayamos completado la tarea asignada. Así que no es cuestión de elegir o rechazar el camino del yoga. Es cuestión de escogerlo ahora o en alguna vida futura. Es cuestión de obtener la iluminación tan pronto como sea posible y evitar el sufrimiento en el futuro, o posponer el esfuerzo y volver a atravesar por más sufrimiento que es innecesario y evitable. Este es el significado del Sutra del Yoga 2:16 'La miseria que no ha llegado aún puede y debe ser evitada.' Esta no es una promesa imprecisa, de una felicidad incierta después de la muerte, sino una aseveración científica definitiva de un hecho verificable por la experiencia de innumerables yoguis, santos y sabios que han transitado el camino del yoga a través de los tiempos.”
Tan profundo y tan necesario es el yoga para la consciencia en evolución, no hay una materia tan importante en el mundo como el yoga.
La filosofía del Yoga.
El yoga se debe considerar inicialmente como una filosofía, pero una filosofía que por su propia naturaleza estimula a sus investigadores a dedicarse a aplicaciones prácticas a través de las cuales experimentarán, y se demostrarán a sí mimos, su verdad y su valor. Aquello que empieza como teoría se desarrolla en una práctica que culmina en la realización. El yoga es por lo tanto una filosofía, una disciplina, una experiencia. Es una revelación de la consciencia. También es una declaración de las Cosas Como Son, de las Cosas Como Deberían Ser y de las Cosas Como Serán. Estas tres consideraciones, como el yoga mismo,
poseen la naturaleza dual de teoría y objetivización. El Yoga, entonces, es tanto una filosofía como una ciencia. Y dado que el pensamiento racional siempre precede a la acción racional, debemos empezar con el lado filosófico del Yoga.
Antes y ahora.
En el segundo capítulo del Bhagavad Gita, Krishna le dice a Arjuna: “Nunca hubo una época en la que yo no existiera, ni tú, ni ninguno de estos reyes. Ni tampoco hay un futuro en el que dejaremos de ser.” O sea, somos seres eternos, sin principio ni fin.
Originalmente eramos chispas o puntos de luz consciente en el Océano de Luz Consciente infinito que es Dios. Eramos dioses con Dios. Y todavía lo somos, porque no es posible estar fuera de lo Infinito Mismo, sin importar que tanto el sueño febril del engaño pueda implantar en nosotros la ilusión de la separación. Sin embargo estamos aquí en este mundo, un lugar que abruma por completo la verdad de nuestra vida inmortal dentro de Dios y ciega nuestra consciencia de cualquier cosa excepto la modalidad de existencia siempre cambiante dentro de este plan de materia y mortalidad. La proyección momentánea del poder divino conocido como Maya, el poder del sueño del Soñador Divino. Durante incontables ciclos de vida nos hemos encontrado personalizados en estuches materiales, pequeñas prisiones corporales dentro de la gran prisión del comos. Y allí es donde estamos precisamente ahora.
Hay una ley que gobierna el lugar y el tipo de nuestra corporalidad. Esa ley es el karma, el principio de la reacción exacta e inevitable a nuestras propias acciones y estados mentales, que resulta en un aparente efecto de dominó interminable de continuos nacimientos y muertes dentro de la materia. El yoga nos ofrece la posibilidad de terminar con esta desconcertante cadena de personificaciones al despertar para encontrarnos fuera del tiempo y la mortalidad en la eternidad y la inmortalidad, donde siempre hemos estado.
Dios y dioses.
Somos dioses dentro de Dios, espíritus finitos dentro del Espíritu Infinito. Pero, ¿qué es espíritu? El yoga nos dice que el espíritu es consciencia, por lo tanto somos consciencias eternas, cada uno de nosotros eternamente individual y distinto. (“Tampoco hay ningún futuro en el que dejaremos de ser...”) Sin embargo somos más. Porque cada uno de nosotros no tiene una existencia independiente de otro o independiente de Dios el Que es el
Espíritu Supremo. Más bien, tomamos nuestro ser de Dios como las olas toman su existencia del océano. Dios es la Raíz o Tierra eterna de nuestro ser, de nuestro gran yo. No somos Dios, pero de cierta manera indefinible Dios es nosotros, el Yo de nuestro yo, el Espíritu de nuestro espíritu. Dios es todo y nosotros somos partes, cada uno en posesión de una distinción eterna e irrevocable. Por eso es que, como ya se dijo, Krishna le dijo a Arjuna: “Nunca hubo un tiempo en el que yo no existiera, en tú, ni ninguno de estos reyes. Tampoco hay un futuro en el que cesaremos de ser.” Es incalculablemente importante darse cuenta de esto antes que podemos tener cualquier comprensión teoría viable de nosotros mimos, de nuestras vidas, de los otros e incluso de Dios. La distinción entre Dios, nosotros y uno y otro es real y eterna, sin embargo también lo es nuestra unidad.
En Dios hay unidad, en nosotros hay diversidad. Estos dos estados aparentemente contradictorios coexisten en la ´perfección. Debido a esto tenemos el término advaita que no significa “uno”, sino simplemente “no dos”. De otra manera al monismo absoluto sería el estado eterno, pero no le es, ni tampoco es el dualismo absoluto. In es ni Uno ni Dos. Es No Dos, una unidad que posee diversidad- Es un misterio, pero se puede alcanzar con la experiencia directa y el yoga es el medio para lograr esa experiencia.
Dado que somos conscientes, el yoga auténtico trata directamente, y solamente, con la consciencia. Excepto por aquellas cosas que facilitan el éxito en la práctica del yoga, no se preocupa con cualquier camino poco transitado físico, psíquico o intelectual que por su propia naturaleza quedan fuera del espíritu y por lo tanto son mutables, mortales y fundamentalmente extraños para nosotros. Idealmente el yoga sólo hace una cosa: el desarrollo y la revelación de la consciencia. Experimentarás esto por ti mismo con la práctica. Y cuando hablamos de consciencia no nos referimos a la “consciencia del espíritu” como si el espíritu fuera un objeto y la consciencia del espíritu sólo una condición de darse cuenta, sino del espíritu mismo que es consciencia, el sujeto eterno. Por que para entrar en unión con Dios y con los demás es simplemente estar en nuestro más verdadero estado de ser.
Dios y la creación.
Dios, el Espíritu infinito, es consciencia pura, pero, como lo estamos experimentando incluso ahora, Él se ha extendido o emanado como el cosmos: físico, astral y causal. Esta naturaleza aparentemente dualista de Dios como la Luz y el Poder, como la Consciencia y la Materia, ha confundido incluso a las mentes de los sabios. Y ésto no resulta sorprendente tomando en cuenta que tan más allá de la inteligencia humana se encuentra la Naturaleza Divina. Pero como decía a menudo Pramhansa Yogananda, no se puede entender o conocer a Dios, pero se puede alcanzar a Dios. El yoga es el medio para esa realización.
Dios, el Ser Original, se proyecta a Sí Mismo como la danza siempre cambiante de la creación, como la luz en evolución que es el cosmos. Dios proyecta la creación, la evoluciona y la retira de regreso a Él mismo en un ciclo perpetuo. Así se puede considerar a la creación como el cuerpo de Dios, que Dios se encarna en la creación una y otra vez. Y como partes o reflejos de Dios, nosotros hacemos exactamente lo mismo a través de la reencarnación.
Todos los seres conscientes han existido eternamente dentro del Ser de Dios – viviendo dentro del corazón de Dios, uno con Él, distintos aunque no separados. Al tener su ser arraigado en la infinidad de Dios, las consciencias individuales tienen dentro de sí un impulso natural para trascender su ser finitas y alcanzar lo ilimitado de su Origen. Ésto, desde luego, es imposible, dado que la naturaleza esencial y eterna de un ser no puede ser alterada. Estar arraigado en Dios, y por lo tanto en un sentido ser parte de Dios, todos los seres son tan inmutables como Dios – el único Ser infinito. Sin embargo, la necesidad de trascendencia es parte de su naturaleza.
La solución a este dilema es realmente bastante simple: las consciencias individuales no pueden alterar su estado natural de ser finitas pero pueden llegar a compartir y a participar de la Consciencia Infinita de Dios. Como dijo Sri Sri Ma Anandamayi: “El alma se puede convertir en algo parecido a Dios, pero no se puede convertir en Dios”: O sea, no se pueden convertir en infinitas ellas mismas, pero pueden experimentar la infinitud de otro: su Fuente divina. Tal como una persona psíquicamente sensible puede experimentar los pensamientos y sentimientos de otro al sintonizarse con él, pero sin embargo nunca se convierte en esa otra persona, así la consciencia individual puede llegar a experimentar la Consciencia de Dios mientras permanece en su estado nativo limitado.
Es necesario, sin embargo, que el espíritu individual desarrolle la capacidad para lograr ese estado de consciencia. Y esto se hace aprendiendo a experimentar totalmente el estado de existencia de un ser completamente diferente a uno – entrar en una modalidad totalmente extraña mientras se mantiene la consciencia de la verdadera identidad de uno. En otras palabras, el espíritu individual debe poder no sólo experimentar completamente esa otra modalidad de consciencia, sino también debe desarrollar la habilidad para funcionar como esa otra clase de ser.
Para permitirles entrar en este proceso a los espíritus, Dios exhala o emana Su propio Ser como el Poder desde el que se manifiestan todos los ámbitos de la existencia relativa, desde los mundos más sutiles de los seres casi perfectos hasta los mundos más objetivos de la materia atómica. Loe espíritus pueden entonces entrar en una existencia relativa tomando cubiertas, o “cuerpos”, de varios grados y patrones de energías vibratorias y descendiendo a este mundo material. Aquí empiezan a batallar para ir subiendo por los peldaños de las formas que siempre están en evolución. Empezando con formas cuyo alcance de consciencia es menor al de ellos y moviéndose hacia arriba, entrando en niveles de consciencia cada vez más altos hasta que pueden sobrepasar su límite original de consciencia y compartir una vida de consciencia mucho más allá de la suya. “Al alcanzar este estado más allá del estado atmico de consciencia, la consciencia del yogui se hace una con Consciencia de Shiva o Paramatma y así adquiere sus atributos.
Además, en los intervalos entre la adopción de cuerpos el espíritu pasa tiempo en las regiones astrales en las que también se dan el despertar y el crecimiento. (Ésto se explica mejor en el capítulo cuarenta y tres del la Autobiografía de un Yogui de Paramhansa Yoganda). Evolucionan más y más arriba hasta que su capacidad de consciencia se desarrolla en tal estado perfecto que pueden realmente experimentar al Ser de Dios. Entonces vuelven a entrar en ese Ser en completa participación en la consciencia de Dios que todo abarca, y a partir de entonces viven en Su infinitud.
Como escribió Shakespeare, “todo el mundo es un escenario” con los espíritus individuales usando sus disfraces y actuando sus papeles. Así como los actores empiezan con papeles secundarios y progresan a papeles más importantes demostrando su habilidad en esos papeles secundarios, también los espíritus avanzan a formas de existencia y consciencia más altas y más complejas, finalmente regresando a casa y a Dios. El poeta Sufí, Rumi, escribió:
Como una piedra morí y me levante otra vez como una planta.
Como una planta morí y me levante como un animal;
Morí como un animal y nací como un hombre.
¿Por qué debo temer? ¿Qué he perdido con la muerte?
Como hombre, la muerte me aleja de este mundo de hombres
Para que pueda tener las alas de un ángel en el cielo;
Sin embargo, incluso como un ángel no puedo atenerme,
Porque nada se atiene salvo la cara de Dios.
Así, a través del mundo de ángeles muevo mis alas para ir
Hacia adelante y hacia arriba, hacia las luces sin límite;
Entonces dejame ser como nada, ya que en mi corazón
Suena como música de harpa que debemos regresar a Él.
Oliver Wendell Holmes, uno de muchos grandes americanos cuya creencia en la reencarnación no se toma en cuenta, escribió este poema, “El Nautilio Enjaulado”
Construye más mansiones suntuosas, ¡O mi alma!
¡Conforme gira la ágil razón!
¡Abandona tu pasado estrecho!
Deja que cada nuevo templo, más noble que el anterior,
Te deje fuera del cielo con una cúpula más vasta,
Hasta que a la larga seas libre,
¡Dejando la concha en la que ya no cabes a la orilla del mar de la vida que no reposa!
Y ese es el propósito de esta creación y de nuestro lugar en ella a través de una aparente cadena de nacimientos en este mundo y otros superiores. Nuestro propósito en todo esto es evolucionar más allá de este y otros mundos, expandiendo nuestras consciencias a través de forma tras forma, eventualmente volviendo a reunirnos conscientemente con Dios, dejando muchas “conchas en las que ya no cabemos a la orilla del mar de la vida que no reposa”. Durante muchas eras más allá de cualquier cálculo este crecimiento se ha dado automáticamente, espontáneamente, sin pensar y sin quererlo. Ésto significa que nuestra voluntad está ya sea atrofiada al ser acarreada sin intención a través de la vida o se ha perdido en metas a corto plazo o intentos para la autotrascendencia que están condenados al fracaso por su misma falta de comprensión o capacidad de nuestra parte. Pero llega un momento en nuestro escenario evolutivo cuando nos llega la verdadera comprensión y entendemos que debemos tomar en nuestras manos nuestra propia evolución a partir de ese momento; ésto es necesario para el desarrollo de nuestro potencial superior. Igual que Dios controla y dirige el macrocosmos, debemos a empezar a hacer lo mismo con el microcosmos que somos “nosotros”. Y el yoga es el medio para nuestra autoevolución que conduce a nuestro autodominio y a la unión perfecta con el Ser Supremo: Dios.
Imagina que personas que siempre han vivido en tiendas entraran en una casa y encontraran una puerta cerrada con llave. Como no saben nada de puertas, chapas y llaves, ¿cómo la abrirían? Pueden lanzarse contra ella, pegarle con los puños o con objetos pesados como marros o incluso algún tipo de ariete. Si alguien se les acercara con una pequeña llave que fácilmente podrían romper en dos y les dijera que eso abre la puerto, se reirían y se burlarían de él. Pero él insertaría la llave sin ningún esfuerzo, la giraría y entraría. Su conocimiento haría la diferencia. El yoga es tanto el conocimiento de la composición humana como la llave para abrirla y ascender a la libertad del espíritu. El yoga es el medio por que respondemos para nosotros mismos la siguiente oración:
Llévame de lo irreal a lo Real.
Llévame de la oscuridad a la Luz.
Llévame de la muerte a la Inmortalidad.
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