HATHA YOGA
PRADIPIKA
YOGA SWAMI
SVATMARAMA
TRADUCCIÓN Y
COMENTARIOS DE HANS-ULRICH RIEKER
PROLOGO DE B.K.S.
IYENGAR
Traducción al inglés de
Elsy Bechrer.
Traducción al español
Alfredo Amescua V.
PRIMERA PARTE: LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES.
(1)
Reverencia a Shiva el Señor de la Yoga, que le
enseñó a [su esposa] Parvati la sabiduría hatha como el primer paso al pináculo
de raja yoga.
Es una buena práctica evocar a un poder divino antes de
empezar un trabajo serio. Podemos
llamarlo Shiva (el Benevolente) o Dios o Ganesa (gana = legiones; isa =
maestro), a quien de hecho el autor yogui le ha dedicado este trabajo.
(2)
Habiendo saludado así solemnemente a su
maestro. Yogui Svatmarama ahora presenta
hatha vidya [vidya = sabiduría (solamente para la consecución de raja yoga.)]
Ahora puede empezar – y empieza con una advertencia. El comentario clásico, a veces con palabras
tan tediosas, aquí contiene un mensaje importante: “solo para la consecución de
raja yoga” indica dos delimitaciones. El
nivel inferior indica que no se enseña hatha yoga por sí misma, para la
consecución de condición física y poder mundano, sino que es un método para
preparar al estudiante para los rigores de raja yoga.
La delimitación superior necesita un poco más de
explicación. Como escucharemos pronto y
a menudo, la meta real de un yogui es convertirse en un siddha. Un siddha, una persona en posesión de
siddhis, ha desarrollado poderes que fácilmente se pueden llamar supernaturles. Hay ocho siddhis, el más alto de ellos es
nirvana, la gran liberación.
En India, incluso con grandes maestros, rara vez tiene uno
la oportunidad de ser testigo de los milagros que estos siddhas tienen el poder
de hacer, simplemente porque un siddha que no quiere tener la reputación de ser
un brujo negro mantendrá sus poderes cuidadosamente ocultos y se rehusara a
usarlos para propósitos mundanos. Si
hace mal uso de un siddhi, el siddhi mal usado lo golpeará y le causará algún
tipo de situación desagradable, usualmente de naturaleza física.
Uno no tiene que necesariamente creer esas cosas. Puedes achacarle esto a la fabulosa
imaginación del oriente y decirlo. El
yogui no se ofende con tus dudas y de ninguna manera impedirán el estudio
objetivo de la sabiduría del yoga. De
hecho, el texto advierte contra trabajar primordialmente por los poderes:
“solamente para la consecución de raja yoga”.
El propósito más profundo de los siddhis es algo más. A través del desarrollo de fuerzas el
estudiante reconoce a que etapa de evolución ha llegado. Ciertos fenómenos le dirán que debe cambiar
su manera de practicar y si después de una práctica diligente no ocurren estos
fenómenos, seguramente ha cometido un error.
Los siddihis son señales en su camino hacia la meta final,
liberación. Ser un siddha significa
poseer todas las características de la meta final del yoga.
“Los siddhis”, me dijo mi gurú “no son la meta de nuestro
trabajo. Nos queremos convertir en
siddhas para disfrutat la realización y la perfección de un siddha, no para
obtener una posición mundana o para evadir responsabilidades”. Y dado que él es un siddha, esta frase indica
claramente lo que se define como la delimitación superior. El Yoga no es para presumidos o egocéntricos,
ni para aquellos que simplemente le quieren agregar un método a su
entrenamiento físico.
(3)
Para aquellos que vagan en la obscuridad de
credos [y filosofías] conflictivas, sin poder alcanzar las alturas de raja yoga
[autoconocimiento y consciencia cósmica] el compasivo Yogui Svatmarama ha
encendido la antorcha de la sabiduría hatha.
Raja yoga, el yoga real
[1],
es una meta que muchos luchan para alcanzar sin siquiera darse cuenta de ello,
sin tener la más mínima idea del yoga.
¿A que más aspira Fausto sino al autoconocimiento perfecto y a la
conciencia cósmica, “conocer aquella fuerza que sostiene unido al universo, ver
el poder creativo y la semilla?”
Para el estudiante de sabiduría Hindú esta referencia a
Fausto presenta un paralelo especialmente interesante. Goethe habla del poder creativo y la semilla,
en sánscrito shakti y bindu, dos de los términos más importantes en tantra
yoga, como veremos más adelante. En la
época de Goethe estas enseñanzas todavía lo llegaban a occidente y esto habla
de su genio universal al reconocer su importancia suprema.
(4-9) Gorafksha y Matsyendra
fueron maestros de hatha vidya y por su gracia la aprendión Yogui
Svatmarama. Shiva, Matsyendra, Shabara,
Anandabhairava, Chaurangi y muchos otros grandes siddhas que han conquistado el
tiempo todavía vagan por este mundo.
Una afirmación atrevida: después de la enumeración de 33
maestros de hatha vidya que han iluminado diferentes épocas, afirmar que
todavía vagan por el mundo porque “han conquistado el tiempo”.
Ya hemos hablado de los siddhis y aquí se afirma
específicamente que estos maestros fueron siddhas. Alcanzaron lo que muchos codician, “la
juventud eterna”. Son muchas las
leyendas de yoguis que se dice que tienen cientos de años de edad y se ven
jóvenes, pero es inútil discutir este tipo de rumor dudoso. Un yogui vagabundo no tiene certificado de
nacimiento, ni parece extraño que uno pueda afirmar que tiene exactamente 250
años mientras que sus colegas más jóvenes no saben si tienen 10, 20, 30 o 40
años. Además, cien años más o menos sólo
es importante para nosotros. Para un
yogui que vive en los bosques el tiempo ni tiene importancia. Cierto, conocí a ciertos maestros de yoga que
parecían más jóvenes que sus hijos adultos y esto por sí mismo parece una meta
deseable. Y también es cierto lo que se
afirma anteriormente: que estos maestros de yoga han conquistado el
tiempo. O sea, que ya no están sujetos a
las leyes del tiempo; fueron liberados de este misterio extraño e insondable,
“tiempo”.
Para nosotros el tiempo es inseparable del reloj, pero
nunca nadie ha logrado definir realmente el tiempo. Es imposible – porque el tiempo no existe
fuera de nuestras propias mentes. Como
nuestra consciencia, así es nuestro tiempo: largo como una eternidad a la hora
del peligro; corto y fugaz en la hora de felicidad. Así que cuando decimos que un yogui ha
conquistado el tiempo, significa que ha conquistado su consciencia (relativa).
(10)
[Por lo tanto] hatha yoga es un refugio para
todos aquellos que se queman con estos tres fuegos. Para aquellos que practican yoga, hatha yoga
es como la tortuga que sostiene al mundo.
Conocemos bien estos tres fuegos: son el fuego del
sufrimiento autocreado; el fuego del sufrimiento a través de poderes
superiores; y el fuego del sufrimiento que causan otros seres.
Nadie puede eliminar de este mundo las influencias que
crean esos sufrimientos. Lo que podemos
y debemos hacer es prepara el terreno físico-mental-espiritual de tal manera
que las semillas de estas impresiones no puedan brotar como sufrimiento.
Los sufrimientos son deseos no satisfechos. La realización de estos deseos depende no
sólo de nosotros mismos, sino que principalmente está sujeta a influencias
externas. Si quiero algo, debo tratar de
alcanzarlo.
Por esto dependo de mi propio poder contra las fuerzas
opuestas. Y siempre deseamos algo,
incluso si es el deseo de felicidad o un estado sin deseo.
Ahora estamos centrados con nuestra idea: ser feliz sin
deseos significa no querer nada, no tener necesidades, ser feliz con uno mismo
y las condiciones dadas. Pero yoga no
significa aprender la autosatisfacción.
Más bien, significa esforzarse para alcanzar ese estado de perfección
que algún día nuestra naturaleza será ser feliz sin deseos – y tener una buena
razón para ello.
Esto de ninguna manera significa un estado de apatía, falto
de las dinámicas de nuestras actividades naturales. Al contrario, nuestros esfuerzos ya no
estarán azotados por pasiones hacia una meta donde, con los ojos abiertos,
inútilmente invertimos nuestras fuerzas más preciosas en una intoxicación sin
sentido. Aprenderemos a evaluar nuestros
deseos, a conocer nuestras propias fuerzas así como los poderes que se les
oponen. Y si tenemos que renunciar, lo
haremos con una comprensión clara, no con una sensación dolorosa de pérdida.
En cuanto al simbolismo de la tortuga, es una leyenda
significativa que encontraremos más adelante y que nos acompañará durante todo
el libro.
(11)
Un yogui que desea desarrollar siddhis debe
mantener el hatha yoga estrictamente en secreto, porque sólo así tendrá
éxito. Todos sus esfuerzos serán en vano
si revela algo sin discriminación.
Los ejercicios físicos no son nada vergonzosos, y son
divertidos, pero practicarlos en una carretera es una locura. “Cuando ores, entra en una habitación tu
solo”. O, más drásticamente, “No les
tires perlas a los cerdos”.
(12)
El estudiante de hatha yoga debe practicar en un
lugar solitario, en un templo o en una ermita, una flecha que se dispara lejos
de las rocas, agua y fuego. La tierra
debe ser fértil y bien gobernada.
Aquí tenemos el primer gran problema, mayor tal vez que el
de los siddhis: encontrar un lugar tranquilo, imperturbable y seguro. Los animales depredadores, los temblores, las
inundaciones: esos eran los problemas de esa época. Los problemas actuales son profesionales,
financieros, políticos, que constantemente jalan al practicante de regreso a la
corriente de la vida social.
Sin embargo, no es totalmente imposible crear una ermita
bajo condiciones modernas. Tal vez hay
un ático tranquilo, lejos de las atracciones del cine, la radio, la televisión,
donde podamos encontrar a nuestros yos abandonados e ignorados.
(13)
La ermita debe tener una puerta pequeña sin
ventanas. Debe estar al ras del suelo y
no debe haber hoyos en la pared. [Debe
ser] ni muy alta ni muy larga y limpia y libre de insectos. Se debe cubrir diariamente con estiércol de
vaca. Fuera debe haber una plataforma
levantada con un asiento elevado y un tanque de agua. Todo debe estar rodeado por una pared. Estas son las características de la ermita
yoga como las describen lo siddhas, los maestros de hatha yoga.
¡No te desanimes! He
visto muchas ermitas que sólo concordaban con unos cuantos puntos del
ideal. Algunas tenían hoyos en las
paredes y a la mayoría les faltaba el estiércol de vaca. Pero todas estaban limpias. No debemos depender demasiado en las condiciones
externas, aunque sean muy útiles. Si así
lo deseo, mi ermita no tendrá ni puertas ni ventanas. I cuando estoy distraído, mi mente inquieta
penetrará las paredes más gruesas. Si la
ermita no es ideal, se debe poner un poco más de esfuerzo. La meta del yoga no depende para nada del
estiércol de vaca.
(14)
Sentado en un lugar así, el yogui debe liberar
su mente de todos los pensamientos que lo distraen y practicar yoga como se lo
indicó su gurú.
Nuestra arma más afilada, y frecuentemente nuestra única
salvación, es nuestro poder para pensar.
Si tu pensamiento está abierto, también lo está tu posibilidad de éxito;
si es lento y limitado, te quedarás atrás en la gran carrera por el éxito. No sólo es esencial el pensamiento correcto,
sino también la capacidad para pensar varias cosas simultáneamente. Muchos occidentales con úlceras ejecutivas
podrían escribir volúmenes acerca de esto.
¿Deben de ser así los hombres? Evidentemente, si desean tener éxito. ¿Pero, qué es éxito? Nada contra el éxito – que,
después de todo, es el fundamento de una “vida feliz”. Éxito es riqueza, riqueza es felicidad; por
lo tanto éxito es felicidad. Una
conclusión lógica, pero de alguna manera nos deja inquietos. ¿Es realmente feliz el hombre que ha comprado
el éxito con su salud, con el sacrificio de su más preciado atributo?
Hay una manera diferente.
Uno de los hombres más sobresalientes de nuestros tiempos y de ninguna
manera un hombre piadoso, jura por el yoga.
Todas las mañanas, Pandit Neru, el pensador más increíble de su país y
protagonista de la historia mundial, se paraba de cabeza, y con él 63 miembros
del Congreso. Yehudi Menuhin, el gran
violinista no mantiene en secreto su práctica de yoga. Y como muchos de los hombres más exitosos de
nuestros días, incluyendo médicos famosos mundialmente, encuentran en el yoga
la fuente más pura de armonía humana.
Armonía: la palabra clave, lo más importante. No hay objeción a la búsqueda del éxito
siempre que la armonía de la vida no sea perturbada. No hay necesidad de abandonar nuestros planes
y principios siempre que haya armonía.
¿Cómo se da la armonía?
La pregunta en sí prueba que esta ley fundamental de la vida se está
convirtiendo más y más en un mito conforme nos convertimos más y más en
máquinas. Así que tratemos de encontrar
la manera yoga para la armonía.
(15)
Las fuerzas del yoga se disipan comiendo mucho,
haciendo trabajos físicos pesados, hablando mucho y con la observancia de votos
[ascéticos], con las compañías [promiscuas] y con un estómago ruidoso [demasiado
ayuno].
Aquí tenemos las desarmonías de la vida cotidiana, y ni
siquiera las mayores. No desconfianza,
no rudeza, no falta de consideración, no ira y desesperanza. Sólo inmoderación. Y eso es suficientemente malo.
El yogui nunca llena su estómago completamente; el
ejecutivo sí. El yogui es saludable; el
ejecutivo tiene dolencias. Armonía
contra desarmonía.
(16)
El éxito depende de una disposición alegre,
perseverancia, valor, autoconocimiento, fe inquebrantable en la palabra del
gurú, y evitar toda compañía [superflua].
Otra vez la palabra mágica de nuestra era: éxito. E incluso con una formula. Nada de tiempo extra, ni trabajar de noche,
ni “debes…” Incluso ni una palabra
acerca de pensar.
Una disposición alegre es incompatible con úlceras ejecutivas. ¡Perseverancia! Eso suena prometedor. Pero la tónica es armonía y la perseverancia
a la que se reviere aquí no es la de la reunión maratónica del ejecutivo.
Pero no olvides que todavía no empieza el yoga. Sólo estamos presentando aquí los prerrequisitos
mínimos sin los que cualquier intento de practicar no tendría sentido. Estos requerimientos preliminares los puede
llenar cualquiera, y te traerán más felicidad de la que puedes esperar – sin
ejercicio, sin riesgo. (Una vez que
realmente nos embarquemos en el yoga, sin embargo, la evasión de un solo
requerimiento puede convertir el néctar en veneno).
La práctica de yoga, sin importar el sistema que sigamos,
tiene un efecto psicológico profundo. Un
ejercicio va en esta dirección, otro en otra.
Frecuentemente tienen una similitud desconcertante: aquí y allá
encontramos una diferencia mínima que parece no tener consecuencias. El gurú, sin embargo, observa no tanto los
ejercicios en general, sino esos pequeños detalles. El estudiante no sabe por qué y es posible
que ridiculice tales pequeñeces; pero el gurú conoce nuestras necesidades mejor
que nosotros. Sabe que cada acción
física tiene su reflejo psíquico-espiritual, tal como toda actitud psíquica-espiritual
se manifiesta en el cuerpo.
La ciencia occidental también está consciente de la
interrelación inseparable entre el cuerpo, alma y mente. Un podo de yodo, adrenalina o cortisona
cambiarán toda nuestra visión del mundo.
Toda nuestra vida está condicionada químicamente. Cada pensamiento activa uno u otro centro
nervioso que a su vez influencia alguna glándula endócrina. La glándula envía sus hormonas a la corriente
sanguínea, reaccionamos, surgen nuevos pensamientos que a su vez influencia un
nuevo centro nervioso y crea nuevas reacciones, combinadas con otros centros
nerviosos. Hay muchos centros, muchas
glándulas e incontables combinaciones. Y
este ciclo es sólo uno de los procesos internos que son afectados por el yoga.
Si cierta práctica pega en algo insano (una asana puede
tocar una enfermedad orgánica, una meditación profunda algún sufrimiento
mental), entonces el resultado no es el deseado; incluso puede llevar al
desastre. Bastante a menudo la
naturaleza se ayuda a sí misma. Pero en
una meditación muy profunda (que rara vez se permite sin una iniciación) pueden
aparecer algunos fenómenos muy poderosos que asusten al débil para evitar
seguir investigando. Es por eso que el
pasaje anterior llama a tener valor.
Una cosa es cierta: estos capítulos preliminares son la
parte más importante del libro. Aquél
que los ignore ciertamente debe considerar que el yoga es peligroso.
(17a) No causarle sufrimiento a ningún ser viviente; hablar con la verdad;
no tomar lo que les pertenece a otros; practicar la contención; desarrollar
compasión y fortaleza; ser compasivo con todos y honesto; ser moderado en el
comer y puro de corazón. Estos son los
primeros cinco prerrequisitos del yoga [los yamas]. Autolimitación [tapas, austeridades],
alegría, fe religiosa, caridad, contemplación, escuchar las sagradas
escrituras, modestia, una mente limpia, recitación de mantras [japa] y
observancia de las reglas, estos son los segundos requerimientos del yoga [los
niyamas].
Equipado así uno se puede aventurar a dar el primer paso a
la tierra maravillosa del propio yo. No
tienes que tomar todas las reglas literalmente, pero las debes considerar
seriamente. No la palabra “yoga”, sino
el poder tras ella, es decisivo. ¿Y este
poder? - - “Tat tvam asil - - Tú eres
Thati”.