domingo, 23 de agosto de 2009

Reflexiones sobre un viaje a la India. 1



El siguiente artículo de María Corbi se publicó en el blog de Adriana Paoleta, “Seminarios del Yoga” el 5 de abril de 2009. Pueden consultar el artículo original haciendo clic en el título de esta publicación. Aquí lo publico integro, aunque en cuatro partes, para meditar sobre cada una de ellas.

Me parece un artículo que plantea cuestiones muy interesantes. Entre lo que me parece más sobresaliente y digno de una reflexión profunda es el tema de la cantidad de enseñanzas que han tenido su origen en la cultura hindú. Desde los textos vedas y upanishads, de autores desconocidos, originados en la tradición oral hasta Buda, que con sus Cuatro Nobles Verdades, define y plantea la cuestión del sufrimiento. Estos temas, que tratan principalmente acerca del desarrollo individual, de la espiritualidad individual tuvieron su origen en esa sociedad que ha estado permeada desde los tiempos antiguos por el gran sufrimiento de la mayoría de las personas.

¿Se debe este auge en el desarrollo espiritual precisamente a esa gran cantidad de sufrimiento existente en la India, en China y demás países asiáticos?

Aunque la mayor parte de la población del mundo occidental padece los mismos sufrimientos, ¿se podría decir que el desarrollo espiritual individual no ha tenido tanto auge debido a que hay menos sufrimiento? ¿o intervienen otros factores? ¿Acaso la represión ejercida por la religión católica, aliada con los poderes políticos desde tiempos del Imperio Romano? ¿Qué otros factores han intervenido para esta disparidad?

Si se considera que una de las “misiones” por así llamarlas, de todos los poderosos en la historia de la humanidad, de cualquier tipo, ya sean los reyes, los jerarcas religiosos, o los grandes guerreros conquistadores, fue la de mantener a los pueblos sojuzgados e ignorantes para su propio beneficio, podemos ver dos grandes corrientes que en cierta forma han ayudado a lograr este objetivo: la de occidente que pone en manos del Dios supremo el destino de los seres humanos, y la del oriente que le atribuye las condiciones de la persona a la ley del karma, a las consecuencias de sus acciones pasadas. ¿Será que el origen de la idea de la reencarnación surge en el oriente debido al gran sufrimiento existente, el cuál no es posible explicar por las malas acciones de la persona en esta vida y por lo tanto se deduce que tuvieron que haber una o más vidas anteriores que originan el estado actual?

Y el otro tema que me parece importante que se trata en este artículo es el del concepto que la enseñanza debe ser transmitida directamente del maestro al alumno.

Esto sin lugar a dudas, como lo menciona la Sra. Corbi se debe a la falta de otros medios de transmisión de las sociedades antiguas en el oriente (y también en el occidente, y seguramente en muchos sectores de la población actual) debido a la ignorancia y el analfabetismo en la mayoría de la población.

¿Pero sigue siendo válido este concepto? Desde la invención del lenguaje escrito, desde su relativa masificación con el advenimiento de la imprenta y con la total masificación que se tiene en la actualidad con los medios masivos de comunicación, llámense radio, televisión o Internet.

¿No es posible adquirir el conocimiento mediante el estudio de los textos de los grandes maestros, mediante la transmisión de sus enseñanzas por medio de la televisión o el Internet?

¿No es cierto que una de las enseñanzas del budismo es que el conocimiento se adquiere finalmente mediante la meditación y la búsqueda interna con base en las enseñanzas del maestro?



1 de abril de 2009.

María Corbi.


El Hinduismo no tiene un sistema de organización religiosa rígido, ni tampoco un sistema de creencias rígido. Para las gentes el hinduismo parece reducirse a el convencimiento de que existen poderes que pueden ayudar en las dificilísimas condiciones de vida de la gran mayoría de la población. Poderes diferentes que pueden ayudar en las diversas dificultades humanas. Esos poderes adoptan las formas tradicionales milenarias védicas e hindúes. Se cree que esos poderes se han revelado a los hombres, se han acercado en ocasiones hasta tomar forma humana. A esa ayuda de arriba parece reducirse la religión de la mayoría, por lo que se puede observar en los templos.

Esa débil estructura podrá resistir a las aguas, por lo menos mientras las condiciones de vida de la mayoría de la población estén sumidas en tan grandes carencias de todo tipo. Cuando los medios económicos y técnicos puedan solventar mejor esas necesidades, si es que eso le llega alguna vez a la gran población pobre de la India, veremos lo que ocurre.

Algo de tan poca calidad, no creo que tenga especial trascendencia cultural, ni para la India, ni para la humanidad en general. Tiene importancia para los que están sumidos en la miseria.

A pesar de la devastación que crea la miseria, la India ha legado a la humanidad una gran cantidad de sabios, de maestros de la gran profundidad humana. El Islam también ha dejado un gran legado de sabios, aunque quizás menor que la India. Los cristianos, aunque su legado de grandes sabios sea menor en número, también ha dejado un gran legado, comenzando por Jesús de Nazaret.

Habrá muchos hombres que sabrán heredar esa sabiduría. Pero ¿y las masas? En nuestra tierra, y creo que la constatación vale para la mayoría de los europeos occidentales, ni siquiera se cree en que haya poderes que puedan ayudar a los hombres en sus dificultades. Saben, clara u oscuramente, que todo está sólo en las propias manos o en los tumbos de la marcha de la cultura, de la economía y en la marcha de las sociedades.

¿Cómo hay que hacer llegar a esas masas, después de las aguas han arrasado las antiguas religiones, el cultivo de IDS de forma que les permita recuperar, de forma explícita, el cultivo de la dimensión absoluta de la realidad? Ya no podrá hacerse con las maneras antiguas todavía vigentes en gran parte de la población de la India (hay poderes que ayudan a los hombres en sus dificultades). Tendrá que ser como una oferta de cualidad humana y de cualidad humana profunda. Pero ¿de qué forma, que resulte eficaz y que no parezca que se intenta reflotar lo que se tragaron las aguas?

¡Aquí está la gran cuestión!

Si hubiera maneras de extender el cultivo de IDS, los grandes maestros de todas las tradiciones serían accesibles para el cultivo de IDS en profundidad.



El castigado pueblo indio.

Dehli, Benarés, Jaipur, Agra. ¡Cuanta miseria! Pobreza de todo tipo. Benarés no es una ciudad, a pesar de sus dos millones y medio de habitantes; es una interminable ruina, habitada por gentes, que no puedes saber de qué viven.

Sin servicios de limpieza eficaces, con vacas, perros, cabras, cerdos deambulando libres por las calles; sin semáforos ni orden ninguno en un tráfico inmenso de rickshow, bicicletas, motos, algunos coches, unos pocos autobuses desvencijados, circulando por calles sin asfaltar o mal asfaltadas, sin aceras, sin líneas en el suelo que marquen quien va por la derecha y quien por la izquierda. El tránsito de la ciudad es como la vida de sus habitantes: una lucha por la subsistencia.

Las gentes, en su gran mayoría viven por debajo de los niveles de una subsistencia digna. A los visitantes extranjeros nos ven como una posibilidad de comida o como posible dinero. Los europeos son acosados por miserables de todo tipo y de toda edad, pidiendo limosna o, la mayoría de las veces, intentando vender lo que sea. Es un Acoso constante, insistente, molesto, pero que rompe el corazón.

La gente parece despierta y bien parecida. En Benarés todo viviente es desgraciado: hombres, vacas, cabras y perros. Pero todos son pacíficos y resignados, animales y hombres. No se sublevan contra su condición. Pero ¿qué podrían hacer? ¿Huelgas? No hay a penas vida industrial ni económica que paralizar. Sólo les quedaría la posibilidad de destruir, de prender fuego, pero ¿a qué? ¿A las casas ruinosas de los pobres? ¿A sus tiendas de pocos metros cuadrados? Están inermes por completo; inermes y resignados.
¿Quién ha causado esta situación de las masas pobres de la India?

La política de opresión y de explotación de las masas campesinas de los Maharajás hindúes, de los emperadores mogoles, del Imperio británico, de la corrupción de sus mismos gobernantes indios. Todos ellos han explotado a los campesinos hasta dejarles por debajo de los límites dignos de subsistencia. Así durante miles de años. Los poderosos no hay dudado, en todo ese tiempo, en masacrar cualquier intento de rebelión de un pueblo pacífico e inerme.

Inmensos y lujosos palacios, tumbas con extensos jardines construidos para la esposa amada de un emperador mogol o para el esposo amado de una emperatriz. Bellísimos monumentos que son claros testimonios de un crimen de lesa humanidad, visitados con admiración por los turistas y expuestos con orgullo por los propios indios.

La belleza más sublime y la explotación más denigrante, como dos caras de una misma moneda.

Esos fuertes, esos palacios y esas tumbas no han sido posibles en Occidente, no se hubieran tolerado. Ni hemos sido tan pacíficos, ni, quizás el poder ha tenido la capacidad de explotación de los soberanos orientales.

¿Ha tenido alguna culpa de esta situación el hinduismo? Me resisto a creerlo, porque ahora estamos viendo aparecer un hinduismo integrista y agresivo. Me resisto a creerlo, pero tengo que admitir que el hinduismo, como todos los sistemas de creencias se puso a disposición del poder o se aliaron con él.

El sistema de castas, impuesto por los conquistadores arios y legitimado por la religión; la teoría del karma y la creencia en la reencarnación según los méritos adquiridos en vida, sin duda contribuyeron eficazmente para mantener sometido al pueblo. Lo mismo podría decirse del Islam al servicio del poder mogol o del cristianismo puesto al servicio del Raj Británico. Nadie es inocente frente a la pobreza de las masas de Benarés y de otros muchos lugares de la India, excepto, quizás, el pueblo mismo. Quizás la única culpa del pueblo indio sea la resignación, su mansedumbre.

Nos han acosado pidiendo limosna con la excusa de vendernos esto o aquello, pero ni en los lugares más miserables nos han intentado robar, a pesar de que no se ve a penas policía por las calles.

¿Qué va a pasar con esa masa enorme de pobres que no se beneficia a duras penas de la ascensión económica de la India y de sus casi 300 millones de nueva clase media? ¡Qué pocos van a tener posibilidad de incorporarse a ese grupo ascendente! Por lo que se puede advertir en Benarés y otras ciudades indias, para no hablar de los miserables pueblos de campesinos, los pobres no tienen solución, simplemente sobran; y como que sobran, se ven condenados a vivir como pueden.

¡Pobres masas pobres de la India! En los pueblos y ciudades en que viven, -no se puede decir que viven sino que sólo sobreviven-, todo está degradado al extremo, hasta la religión.

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