martes, 25 de enero de 2011

El Legado de Krishnamacharya 3

Por Fernando Pagés Ruiz

Desarrollo de Ashtanga Vinyasa



La suerte de Krishnamacharya mejoró en 1931 cuando recibió una invitación para enseñar en el Colegio Sánscrito en Misore. Ahí recibía un buen salario y la oportunidad de dedicarse a enseñar Yoga de tiempo completo. La familia reinante de Misor había promovido durante mucho tiempo todo tipo de artes autóctonos, apoyando la revigorización de la cultura hindú. Ya habían auspiciado el Hatha Yoga durante más de un siglo, y su biblioteca albergaba las compilaciones ilustradas de asanas más antiguas ahora conocidas como, el Sritattvanidhi (traducido al inglés por el erudito sáncrito Norman E. Sjoman en The Yoga Tradition of the Mysore Palace, Adhinav Publications, New Delhi, 1999).

Durante las siguientes dos décadas, el Maharaja de Misor le ayudo a Krishnamacharya a promover la Yoga por toda la India, financiando demostraciones y publicaciones. Un diabético, el Mahraja se sentía especialmente atraído a la conexión entre la Yoga y la sanación y Krishnamacharya dedicó mucho de su tiempo a desarrollar este vínculo. Pero el puesto de Krishnamacharya en el Colegio Sánscrito no duró. Ejercía medidas de disciplina muy estrictas y sus estudiantes se quejaban. Ya que al Maharaja le agradaba Krishnamacharya y no quería perder su amistad y consejo le propuso una solución, le ofreció a Krishnamacharya el salón de gimnasia del palacio como su propia yogashala o escuela de yoga.

Así empezó un de los periodos más fértiles de Krishnamacharya, durante el cual desarrollo lo que ahora se conoce como Yoga Vinyasa Ashtanga. Dado que los alumnos de Krishnamacharya eran principalmente jóvenes activos, tomo de muchas disciplinas – incluyendo yoga, gimnasia y lucha hindú – para desarrollar secuencias de asanas ejecutadas dinámicamente enfocadas en lograr desarrollar una buena forma física. Este estilo vinyasa usa los movimientos de Surya Namaskar (Saludo al Sol) para entrar en cada asana y salir de ella. Cada movimiento está coordinado con una respiración prescrita y drishti “puntos para fijar la mirada” que enfocan los ojos e instilan una concentración meditativa. Eventualmente, Krishnamacharya estandarizó las secuencias de posturas en tres series: asanas primarias, intermedias y avanzadas. Los estudiantes se agrupaban en orden de experiencia y habilidad, memorizando y dominando cada secuencia antes de avanzar a la siguiente.



Aunque Krishnamacharya desarrollo esta manera de ejecutar la Yoga durante la década de 1930, permaneció virtualmente desconocida para el occidente durante casi 40 años. Recientemente se ha convertido en uno de los estilos de Yoga más populares, principalmente debido al trabajo de uno de los más fieles y famosos discípulos de Krishnamacharya, K. Pattabhi Jois.

Pahhtabhi Jois conoció a Krishnamacharya en los tiempos más duros antes de los años de Misor. Como un joven robusto de12 años, Jois asistió a una de las conferencias de Krishnamacharya. Intrigado por la demostración de asanas, Jois de pidió a Krishnamacharya que le enseñara Yoga. Las lecciones empezaron al día siguiente, horas antes de que sonara la campana de la escuela, y continuaron todas las mañanas durante tres años hasta que Jois se fue de casa para estudiar en el Colegio Sánscrito. Cuando Krishnamacharya recibió su nombramiento de de maestro en el colegio menos de dos años después, un Pattabhi Jois desbordante de gozo retomó sus lecciones de Yoga.

Jois retuvo una gran cantidad de detalles de sus años de estudio con Krishnamacharya. Durante décadas ha preservado ese trabajo con gran devoción, refinando y modulando las secuencias de asanas sin modificaciones significativas, igual que un violinista clásico pude matizar el fraseo de un concierto de Mozart sin cambiar ninguna nota. Jois ha dicho a menudo que el concepto de vinyasa provino de un texto antiguo llamado Yoga Kurunta. Desafortunadamente el texto ha desaparecido; ninguna persona que todavía viva lo ha visto. Existen tantas historias acerca de su descubrimiento y contenido – yo he escuchado al menos cinco versiones conflictivas – que algunos dudan de su autenticidad. Cuando le pregunté a Jois si alguna vez había leido el texto, me respondió “No, sólo Krishnamacharya”. Jois entondes minimizo la importancia de esta escritura, indicando varios otros textos que también le dieron forma al Yoga que aprendió de Krishnamacharya, incluyendo el Hatha Yoga Pradipka, el Yoga Sutra y el Bhagavad Ghita.

Cualesquiera que sean las raíces de Vinyasa Ashtanga, hoy es uno de los componentes más importantes del legado de Krishnamacharya. Tal vez este método, diseñado originalmente para los jóvenes, le ofrece a nuestra cultura de alta energía enfocada en lo externo un portal accesible a un camino de espiritualidad más profunda. En las últimas tres décadas un numero constantemente creciente de yoghis han sido atraídos por su precisión e intensidad. Muchos de ellos han hecho la peregrinación a Misor, en donde Jois mismo dio clases hasta su muerte en mayo de 2009.

Despedazando una tradición

Incluso mientras Krishnamacharya les enseñaba a niños y jóvenes en el Palacio de Misor, sus demostraciones públicas atraían un público más diverso. Disfrutaba el reto de presentarle la Yoga a gente de diferentes orígenes. En las giras frecuentes que llamaba “viajes de propaganda” introdujo la Yoga a soldados británicos, maharajas musulmanes e hindúes de todas las creencias religiosas. Krishnamacharya enfatizaba que la Yoga le podía servir a cualquier credo y ajustaba sus enseñanzas para respetar la fe de cada estudiante. Pero mientras creaba puentes culturales, religiosos y de clases, la actitud de Krishnamacharya permanecía siendo patriarcal. El destino, sin embargo, le jugo un truco. La primera estudiante que llevaría su Yoga al escenario mundial solicitó instrucción en un sari. ¡Y además de todo era una occidental!

La mujer, que se conoció como Indra Devi (nació como Zhenia Labunskaia, en Lativa antes de que fuera parte de la Unión Soviética), era una amiga de la familia real de Misor. Después de ver una de las demostraciones de Krishnamacharya, pidio ser instruida. Al principio, Krishnamacharya se rehusó a enseñarle. Le dijo que su escuela no aceptaba ni a extranjeros ni a mujeres. Pero Devi persistió, convenció al Maharaja a prevalecer sobre su Brahmin. A regañadientes, Krishnamacharya inició sus lecciones, sujetándola a lineamientos dietéticos estrictos y a un horario difícil dirigidos a quebrantar su voluntad. Ella superó cualquier reto que le imponía Krishnamacharya, convirtiéndose eventualmente en una buena amiga así como en una alumna ejemplar.



Después de un aprendizaje de un año, Krishnamacharya instruyó a Devi para convertirse en maestra de yoga. Le pidió que llevara un cuaderno y se pasó varios días dictándole lecciones acerca de la instrucción de Yoga, dieta y pranayama. Tomando de sus enseñanzas, Devi eventualmente escribió el primer libro best-seller de Hatha Yoga: Forever Young, Forever Healthy (Prentice Hall, Inc., 1953). Durante sus años de estudio con Krishnamacharya, Devi fundó la primera escuela de Yoga en Shangai, China, en donde Madame Chang Kai-Shek fue su estudiante. Eventualmente, convenciendo a los líderes soviéticos de que la Yoga no era una religión, le abrió las puertas al Yoga a la Unión Soviética, en donde había sido ilegal. En 1947 se mudó a los Estados Unidos. Viviendo el Hollywood, se le llegó a conocer como “La Primera Dama del Yoga”; atrajo estudiantes célebres como Marilyn Monore, Elizabeth Arde, Greta Gargo y Gloria Swanson. Gracias a Devi, la Yoga de Krishnamacharya disfrutó su primera popularidad internacional.

Aunque estudió con Krishnamacharya durante el periodo de Misor, el yoga que Indra Devi llegó a enseñar se parece poco al Ashtanga Vinyasa de Jos. Presagiando la Yoga altamente individualizada que desarrollaría en años posteriores, Krishnamacharya le enseño a Devi en una forma más suave, adaptándola pero desafiando sus limitaciones físicas.

Devi retuvo este tono suave en su enseñanza. Aunque su estilo no empleaba vinyasa, uso los principios de Krishnamacharya de secuenciar para que sus clases expresaran un viaje deliberado, empezando con posturas de pie, progresando a una asana central seguida de posturas complementarias y concluyendo con relajación. Como a Jois, Krishnamacharya le enseño a combinar pranayama y asana. Los estudiantes de su linaje todavía ejecutan cada postura con las técnicas de respiración prescritas.

Devi le agregó un aspecto devocional a su trabajo, que llama Sai Yoga. La principal postura de cada clase incluye una invocación, para que el punto central de cada práctica implique una meditación en forma de una oración ecuménica. Aunque ella desarrolló este concepto por sí misma, puede estar presente en forma embriónica en las enseñanzas que recibió de Krishnamacharya. Al final de su vida Krishnamacharya también recomendaba los cantos devotos dentro la práctica de asana.

Aunque Devi murió en abril del 2002 a la edad de 102, sus seis escuelas de Yoga todavía están activas en Buenos Aires, Argentina. Hasta hace tres años, todavía enseñó asanas, ya en sus noventas, continuó viajando por el mundo, llevando la influencia de Krishnamacharya a muchos seguidores en norte y sur América. Su impacto en los Estados Unidos disminuyó cuando se cambió a Argentina en 1985, pero su prestigio en America Latina se extiende más allá de la comunidad de Yoga.

Es difícil encontrar a alguien en Buenos Aires que no sepa de ella. Tocó todos los niveles de la sociedad Latina. El chofer del taxi que me llevó a su casa para una entrevista la describió como una “mujer muy sabia”; al día siguiente, Menem, el Presidente de Argentina la visitó para recibir su bendición y consejos. Las seis escuelas de Yoga de Devi imparten 15 clases diarias de asanas y los graduados del programa de capacitación de maestros de cuatro años reciben un grado universitario reconocido internacionalmente.

Continuará

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