viernes, 11 de noviembre de 2011

Zen y el cerebro 6

ZEN Y EL CEREBRO

JAMES H. AUSTIN, M.D.

Resumen y traducción Alfredo Amescua


8. Construyendo nuestro Yo.

…Construimos nuestro yo lentamente, usando células nerviosas y circuitos como bloques de construcción. Primero los vinculamos a niveles subcorticales más profundos, luego a niveles corticales superficiales. Casi era como configuraciones de Tinkertoy y nos llevaría años ensamblarlas todas. Ahora, cada uno de nuestros yos adultos reside dentro de redes de nervios distribuidas inmensas. Juntas codifican el cuerpo físico sintiente, sienten imperativos viscerales, piensan y conocen y actúan en este mundo, recordando el pasado y proyectándolo a un mañana imaginario…

…Sólo a los ocho meses la materia blanca del infante madura más hacia delante en esa región central entre los lóbulos parietal y frontal… No es sino hasta el año de edad cuando las cubiertas de mielina estarán maduras en los lóbulos temporales… Pero nuestro cerebro todavía es inmaduro. ¿Por qué no puede expresar más que el marco básico de nuestra identidad personal final? Porque todavía le falta lo personal. Y por lo tanto, todavía no puede poseer cosas personalmente…

…¡Pero espera hasta cerca de los dieciocho meses! Ahora las largas rutas de asociación subcortical finalmente vinculan todos nuestros lóbulos. Finalmente empezamos a hacer las distinciones elementales vitales. Ahora podemos distinguir entre “yo” y “tú”, entre el yo y el otro…

…En algún momento entre los quince y veinticuatro meses de edad actuamos conscientemente. Coloca al niño en frente de un espejo y él o ella reconocerán que una mancha de lipstick en la nariz es una imperfección del yo. La mancha obviamente afecta la imagen esperada. ¿La imagen de quién? Revelada en esa conducta ahora está una persona que para ahora ha desarrollado una especie de “yo” más grande que se puede mirar. Lo que es más, un “yo” interno ha reconocido que una mancha “mala” terrible está echando a perder “mi” nariz…

…También alrededor de los dos años de edad empezamos a proyectar nuestros propios estados mentales hacia fuera, transmitiéndolos a otras personas… Sin embargo no hemos llegado a establecer un sentido firme de nuestra propia identidad – nuestro yo como una presencia que continúa – hasta algún momento entre los seis y los nueve años…

…¿Qué constituye este imperativo personal que habita en nuestras profundidades, este yo insistente del que nos damos cuenta lentamente cuando somos niños?... Como niños, establecimos la barrera: yo/otros. Se comprobará que es una barrera muy gruesa. Conceptualmente más gruesa que nuestra piel…

…Examinemos ahora el yo de James para ver en qué consisten su núcleo y sus capas. Hacerlo es impresionarse. Ahora ya, este centro básico del yo contiene (1) conductas de auto-conservación; (2) sensaciones del cuerpo, especialmente las de la cabeza y la garganta; (3) pensamientos y otras posesiones o reconocimientos; (4) auto-sentimientos; y (5) conductas de auto-búsqueda instintivas. Antes que se pueda desvanecer el yo, debemos tirar todo esto. Incluso una lista tan corta define una agenda psico-fisiológica. Si en un destello, un estado iluminado de consciencia es disolver todas esas ataduras, debe revisar extensamente la forma como fluyen normalmente los impulsos en muchos circuitos del cerebro. ¿En dónde quedan estos circuitos? Por todas partes…

Hacia una psico-fisiología del yo.

…Considere tres ejemplos simples de estos temas que subyacen en que seamos “centrados en el yo”. Empecemos con el primer instinto de una criatura, la auto-preservación. Nuestros instintos de supervivencia surgen de circuitos innatos establecidos en el tallo en la base del cerebro, llamado tallo cerebral, y de sus extensiones al hipotálamo. Sus funciones de supervivencia son irresistibles…

…Luego viene la conducta defensiva. En ella subyace una premisa importante: se debe proteger a una criatura vulnerable. Para enfrentar la amenaza, los primates movilizan sus conductas defensivas a lo largo de un perímetro irregular que incluye la materia gris central en el cerebro medio, el hipotálamo y la amígdala… Ninguno de nuestros miedos primordiales decrece hasta que se vacían, se neutralizan o se sobrepasan sus profundos bunkers…

…Más allá de la auto-preservación y las conductas defensivas, los constructos del yo se hace emergentes en muchas capas…

…En esos niveles superiores, el cerebro vinculará muchas redes finalmente, sintetizando nuestras nociones del yo en una “estructura anatómica conectada ampliamente”. Dentro de las grandes redes distribuidas resultantes finalmente integramos las facetas de nuestro yo sensorio-motriz con aquellas de nuestro yo pensante, sabedor, emocional y psíquico. Algunos han especulado que el cerebro representa estos “yos” de una forma parecida a la de un holograma, en la que pedazos separados de datos se distribuyen a través de toda la imagen, y también cada pedazo contiene algo de la imagen completa…

…Antes de mucho tiempo, tendremos nuestra capacidad bien definida – y frecuentemente sobre utilizada – para etiquetar muchas cosas como “buenas” o “malas”. Y algunas de estas categorías “malas” pueden lastimar, casi como espinas…

…Es dentro de los lóbulos temporales en donde juntamos el ritmo y el tono de las sensaciones corporales primitivas internas con otros mensajes que provienen del mundo externo… Para “darle sentido” a esos datos, los lóbulos temporales deben jugar varios papeles interpretativos. Esto los convierte en candidatos especialmente adecuados para representar una interfaz crucial. Es esa frontera común entre lo interno y lo externos. Y es en esta interfaz en donde el yo se encuentra con el otro, en donde se llevan a cabo eventos que serán vitales para nuestra comprensión de la iluminación Zen…

…Sin embargo, los lóbulos temporales y sus conexiones hacen más que erguir delgadas barreras conceptuales en esta interfaz yo/otros. Al unir tanto nuestro reconocimiento con nuestras funciones afectivas, ayudan a definirnos a cada uno como personas que tienen convicciones firmes. Ciertamente, nuestras emociones límbicas a nivel visceral están listas para, sólo a uno o pocos pasos, hiper-polarizar cada uno de nuestros pares estándar de opuestos. Ya hemos mencionado dos de estos conjuntos – aquellos que constituyen lo bueno y lo malo, el yo y el otro. Cualquier otro conjunto adicional de opuestas que confrontemos, incluyendo sí y no, pronto los enfrentaremos desde ese mundo privado que hemos polarizado personalmente en ying y yang…

Continuará

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