HATHA YOGA
PRADIPIKA
YOGA SWAMI
SVATMARAMA
TRADUCCIÓN Y
COMENTARIOS DE HANS-ULRICH RIEKER
PROLOGO DE B.K.S.
IYENGAR
Traducción al inglés de
Elsy Bechrer.
Traducción al español
Alfredo Amescua V.
Capítulo 4: La forma de vida de un yogui.
Unas cuantas señales útiles antes de intentar las metas
superiores de la segunda parte. Pueden
no ser tan dramáticas como la lenta aclaración de las asanas, pero son lo
suficientemente importantes para causar dificultades tremendas si se ignoran.
(57ª) Luego sigue la concentración del sonido interno [nada].
La sloka pertenece a la forma más alta de raja yoga (de la
que se hablará en la Parte Cuatro), y es algo prematura aquí; puede ser una
interpolación de un estudiante impaciente de Swatmarama.
(57b) El brahmacharin
que, observando una dieta moderada, renunciando a los frutos de sus acciones,
practica [hatha] yoga se convertirá en un siddha en el espacio de un año.
Un brahmacharin es un yogui que observa el celibato
total. Aquí se agudiza la cuestión del
celibato. ¿Qué tan obligatoria es para
un yogui? En este punto no puedo dar una
respuesta definitiva pero debo decir que la mayoría de los maestros de yoga que
he conocido eran jefes de familia felices, aunque he conocido brahmacharins,
por el otro lado, que no se distinguían por su sabiduría superior. No es tan importante retener la potencia como
lo es saber administrarla y, sobre todo, cómo transformarla en potencia
espiritual. El celibato sin
transformación de las potencias preservadas sólo las fuerza a encontrar su
propia salida, principalmente cuando menos se desea, en el punto más débil de
todo el organismo.
“Yoga” dice mi gurú, “es economía de fuerzas, no represión
de la naturaleza”. Esta afirmación puede
resultar muy reconfortante para algunos estudiantes, pero “economía” necesita
una definición más precisa, ya que la “economía” del yogui les parece un
sacrificio pesado a la mayoría. Economía
de fuerzas significa estar entonado con la armonía natural. Y esto es exclusivamente el ritmo mesurado de
la naturaleza. La estimulación no se
origina desde fuera, artificialmente, sino de fuentes internas, los manantiales
esenciales que están dentro de nosotros.
Por lo tanto no es cuestión de apabullar al cuerpo o (la empresa más
curiosa de todos) de cerrarnos a todos los estímulos del mundo externo, sino
una cuestión de iluminar nuestras propias consciencias. Después de eso el cuerpo obedece
automáticamente. El celibato de la mente
tiene que preceder al celibato del cuerpo.
Un pensamiento malo es peor que una mala acción.
La “acción en el pensamiento” se subestima
frecuentemente. Uno imagina que el
control de la acción es el logro principal y se olvida que frecuentemente la
falta de oportunidad o el miedo de leyes externas son motivaciones que nos
hacen tan virtuosos. Tal vez Sigmund
Freud ha pintado una imagen muy obscura, pero es difícil negar su principio,
especialmente cuando en las etapas posteriores de la meditación nos vemos
enfrentados con nuestro temeroso yo animalista.
Otro problema interesante surge de la frase, “renunciar a
los frutos de sus acciones.” Esto es
karma yoga puro.
Una acción tiene valor sólo cuando se hace por su propio
merito. Esta es una obviedad que tiene
la sorprendente distinción de contener una de las más profundas sabidurías de
la palabra. La razón de esto y su valor
práctico pueden ser fácilmente explicados psicológicamente pero las ventajas
que resultan de ella internamente quedan fuera de la imaginación más fértil. Se pone a prueba fácilmente: Cualquiera que
logre hacer una “buena obra” realmente sin el menor motivo egoísta – una de las
tareas más difíciles que puede lograr un hombre – cosechará la alegría de su
fruto sublime. Todo lo que nosotros
mortales hacemos tiene un motivo, porque somos “criaturas de razón”, y la razón
siempre exige un motivo (qué de acuerdo con la sabiduría antigua supuestamente
no debemos tener). No se puede hablar de
la explicación psicológica de esto aquí; pero si adoptamos el camino del yoga o
no, ocasionalmente debemos analizar una de nuestras “buenas obras” para ver qué
tanto egoísmo o autosatisfacción realmente contiene. El fruto de cada buena obra es una cierta
satisfacción que resulta directa o indirectamente de esta obra. Y es a esta satisfacción a la que renuncia el
yogui. No crea nada en su mente que
pueda satisfacerse de esta manera.
El observador cuidadoso notará que los antecedentes
espirituales de la abstinencia del brahmacharin y la renunciación del karma
yogui tienen la misma fuente, y se exigen las mismas disciplinas
psicológicas. No hay duda que aquel que
puede cumplir con estas condiciones se puede “convertir en un siddha en el
espacio de un año”. Se debe mencionar
algo más acerca de la “dieta moderada”.
(58)
Dieta moderada significa alimentos agradables y
dulces, dejando vacía la cuarta parte del estómago. El acto de comer se le dedica a Shiva.
El comentario clásico dice: “Él [el yogui] debe llenar dos
partes de su estómago con alimento y la cuarta parte con agua, dejando libre la
cuarta parte para ayudar al proceso digestivo”.
En síntesis, moderación.
(59-61) Los siguientes no se consideran saludables:
alimentos agrios, picantes y calientes; mostaza, alcohol, pescado, carne,
requesón, suero de leche[1].
Chicharos de chicle, fruta del jujub, pasteles de linaza, asafétida y ajo. También es aconsejable evitar: comida
recalentada, un exceso de sal o ácido, alimentos que son difíciles de digerir o
que son leñosos. Goraksha enseña que al
principio el yogui debe evitar malas compañías, cercanía al fuego, relaciones
sexuales, viajes largos, baños fríos temprano en la mañana, ayuno y trabajo
físico pesado.
Estas disciplinas estrictas se le imponen al estudiante,
pero no necesariamente son aplicables al maestro.
“Proximidad al fuego”: la temperatura de un yogui cambia
considerablemente durante prácticas específicas, especialmente en el estado
meditativo. El término “ascetismo
ardiente” (tapas) tiene su origen en esto, y no es, como pudiera parecer,
retórica pura. Si el yogui en
entrenamiento se somete a cambios exteriores de temperatura a través de la
proximidad al fuego o con un baño frío después del calor de su lecho, daña a
través de estos cambios no naturales el “fuego de la vida” (pitta). La temperatura de la atmósfera depende de la
presión atmosférica que influencia todo el organismo humano y regula el
pitta. Los cambios artificiales de
temperatura no le caen bien al yogui mientras está en un estado alterado. Incluso la práctica de meditación más simple
pierde su sentido si el yogui se está congelando. Esta es una de las razones por las que las
cubiertas del yogui kundalini consisten siempre de seda o lana, nunca algodón
[o fibras sintéticas].
(62)
Los siguientes productos se pueden usar sin
dudas: productos de trigo [pan, etc.], arroz, leche, grasas, dulce de roca,
miel, jengibre seco, pepinos, legumbres y agua fresca.
(63)
El yogui debe comer alimentos nutrientes, duces,
mezclados con leche. Deben beneficiar
los sentidos y estimular las funciones.
(64)
Cualquiera que practique el yoga activamente,
sea joven, viejo o incluso muy viejo, enfermizo o débil, se puede convertir en
siddha.
(65)
Cualquiera que practique puede adquirir los
siddhis, pero no el que es flojo. Los
siddhis del yoga no se adquieren simplemente por leer libros.
(66)
Ni se alcanzan usando ropa de yoga o con
conversaciones de yoga, sino sólo a través de una práctica incansable. Este es el secreto del éxito. No hay duda de ello.
(67)
Las diferentes asanas, kumbhakas y mudras del
hatha yoga se deben practicar mientras no se haya alcanzado el raja yoga.
¿Y cuando se alcanzará eso?
Cuando la existencia humana ya no tengan ningún problema.
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