martes, 22 de abril de 2014

Hatha Yoga Pradipika 06

HATHA YOGA PRADIPIKA

YOGA SWAMI SVATMARAMA









TRADUCCIÓN Y COMENTARIOS DE HANS-ULRICH RIEKER
PROLOGO DE B.K.S. IYENGAR

Traducción al inglés de Elsy Bechrer.

Traducción al español Alfredo Amescua V.


Capítulo 4: La forma de vida de un yogui.


Unas cuantas señales útiles antes de intentar las metas superiores de la segunda parte.  Pueden no ser tan dramáticas como la lenta aclaración de las asanas, pero son lo suficientemente importantes para causar dificultades tremendas si se ignoran.

(57ª)    Luego sigue la concentración del sonido interno [nada].

La sloka pertenece a la forma más alta de raja yoga (de la que se hablará en la Parte Cuatro), y es algo prematura aquí; puede ser una interpolación de un estudiante impaciente de Swatmarama.

(57b) El brahmacharin que, observando una dieta moderada, renunciando a los frutos de sus acciones, practica [hatha] yoga se convertirá en un siddha en el espacio de un año.

Un brahmacharin es un yogui que observa el celibato total.  Aquí se agudiza la cuestión del celibato.  ¿Qué tan obligatoria es para un yogui?  En este punto no puedo dar una respuesta definitiva pero debo decir que la mayoría de los maestros de yoga que he conocido eran jefes de familia felices, aunque he conocido brahmacharins, por el otro lado, que no se distinguían por su sabiduría superior.  No es tan importante retener la potencia como lo es saber administrarla y, sobre todo, cómo transformarla en potencia espiritual.  El celibato sin transformación de las potencias preservadas sólo las fuerza a encontrar su propia salida, principalmente cuando menos se desea, en el punto más débil de todo el organismo.

“Yoga” dice mi gurú, “es economía de fuerzas, no represión de la naturaleza”.  Esta afirmación puede resultar muy reconfortante para algunos estudiantes, pero “economía” necesita una definición más precisa, ya que la “economía” del yogui les parece un sacrificio pesado a la mayoría.  Economía de fuerzas significa estar entonado con la armonía natural.  Y esto es exclusivamente el ritmo mesurado de la naturaleza.  La estimulación no se origina desde fuera, artificialmente, sino de fuentes internas, los manantiales esenciales que están dentro de nosotros.  Por lo tanto no es cuestión de apabullar al cuerpo o (la empresa más curiosa de todos) de cerrarnos a todos los estímulos del mundo externo, sino una cuestión de iluminar nuestras propias consciencias.  Después de eso el cuerpo obedece automáticamente.  El celibato de la mente tiene que preceder al celibato del cuerpo.  Un pensamiento malo es peor que una mala acción.

La “acción en el pensamiento” se subestima frecuentemente.  Uno imagina que el control de la acción es el logro principal y se olvida que frecuentemente la falta de oportunidad o el miedo de leyes externas son motivaciones que nos hacen tan virtuosos.  Tal vez Sigmund Freud ha pintado una imagen muy obscura, pero es difícil negar su principio, especialmente cuando en las etapas posteriores de la meditación nos vemos enfrentados con nuestro temeroso yo animalista.

Otro problema interesante surge de la frase, “renunciar a los frutos de sus acciones.”  Esto es karma yoga puro.

Una acción tiene valor sólo cuando se hace por su propio merito.  Esta es una obviedad que tiene la sorprendente distinción de contener una de las más profundas sabidurías de la palabra.  La razón de esto y su valor práctico pueden ser fácilmente explicados psicológicamente pero las ventajas que resultan de ella internamente quedan fuera de la imaginación más fértil.  Se pone a prueba fácilmente: Cualquiera que logre hacer una “buena obra” realmente sin el menor motivo egoísta – una de las tareas más difíciles que puede lograr un hombre – cosechará la alegría de su fruto sublime.  Todo lo que nosotros mortales hacemos tiene un motivo, porque somos “criaturas de razón”, y la razón siempre exige un motivo (qué de acuerdo con la sabiduría antigua supuestamente no debemos tener).  No se puede hablar de la explicación psicológica de esto aquí; pero si adoptamos el camino del yoga o no, ocasionalmente debemos analizar una de nuestras “buenas obras” para ver qué tanto egoísmo o autosatisfacción realmente contiene.  El fruto de cada buena obra es una cierta satisfacción que resulta directa o indirectamente de esta obra.  Y es a esta satisfacción a la que renuncia el yogui.  No crea nada en su mente que pueda satisfacerse de esta manera.

El observador cuidadoso notará que los antecedentes espirituales de la abstinencia del brahmacharin y la renunciación del karma yogui tienen la misma fuente, y se exigen las mismas disciplinas psicológicas.  No hay duda que aquel que puede cumplir con estas condiciones se puede “convertir en un siddha en el espacio de un año”.  Se debe mencionar algo más acerca de la “dieta moderada”.

(58)     Dieta moderada significa alimentos agradables y dulces, dejando vacía la cuarta parte del estómago.  El acto de comer se le dedica a Shiva.

El comentario clásico dice: “Él [el yogui] debe llenar dos partes de su estómago con alimento y la cuarta parte con agua, dejando libre la cuarta parte para ayudar al proceso digestivo”.  En síntesis, moderación.



(59-61) Los siguientes no se consideran saludables: alimentos agrios, picantes y calientes; mostaza, alcohol, pescado, carne, requesón, suero de leche[1]. Chicharos de chicle, fruta del jujub, pasteles de linaza, asafétida y ajo.  También es aconsejable evitar: comida recalentada, un exceso de sal o ácido, alimentos que son difíciles de digerir o que son leñosos.  Goraksha enseña que al principio el yogui debe evitar malas compañías, cercanía al fuego, relaciones sexuales, viajes largos, baños fríos temprano en la mañana, ayuno y trabajo físico pesado.

Estas disciplinas estrictas se le imponen al estudiante, pero no necesariamente son aplicables al maestro.

“Proximidad al fuego”: la temperatura de un yogui cambia considerablemente durante prácticas específicas, especialmente en el estado meditativo.  El término “ascetismo ardiente” (tapas) tiene su origen en esto, y no es, como pudiera parecer, retórica pura.  Si el yogui en entrenamiento se somete a cambios exteriores de temperatura a través de la proximidad al fuego o con un baño frío después del calor de su lecho, daña a través de estos cambios no naturales el “fuego de la vida” (pitta).  La temperatura de la atmósfera depende de la presión atmosférica que influencia todo el organismo humano y regula el pitta.  Los cambios artificiales de temperatura no le caen bien al yogui mientras está en un estado alterado.  Incluso la práctica de meditación más simple pierde su sentido si el yogui se está congelando.  Esta es una de las razones por las que las cubiertas del yogui kundalini consisten siempre de seda o lana, nunca algodón [o fibras sintéticas].

(62)     Los siguientes productos se pueden usar sin dudas: productos de trigo [pan, etc.], arroz, leche, grasas, dulce de roca, miel, jengibre seco, pepinos, legumbres y agua fresca.

(63)     El yogui debe comer alimentos nutrientes, duces, mezclados con leche.  Deben beneficiar los sentidos y estimular las funciones.

(64)     Cualquiera que practique el yoga activamente, sea joven, viejo o incluso muy viejo, enfermizo o débil, se puede convertir en siddha.

(65)     Cualquiera que practique puede adquirir los siddhis, pero no el que es flojo.  Los siddhis del yoga no se adquieren simplemente por leer libros.

(66)     Ni se alcanzan usando ropa de yoga o con conversaciones de yoga, sino sólo a través de una práctica incansable.  Este es el secreto del éxito.  No hay duda de ello.

(67)     Las diferentes asanas, kumbhakas y mudras del hatha yoga se deben practicar mientras no se haya alcanzado el raja yoga.

¿Y cuando se alcanzará eso?  Cuando la existencia humana ya no tengan ningún problema.




[1] Esto no se refiere al suero de leche cultivado comercialmente que llamamos “buttermilk”.

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